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Hécate es una de las diosas más arcaicas y misteriosas dentro de su mitología.

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Aunque no fue una diosa griega de nacimiento, esta cultura la adopto gracias a sus apariciones en diversos mitos de esta civilización, siendo la más famosa aquella donde hace el papel de ayudante de Perséfone y consejera de Hades; de esta historia se desprende la idea de que Hécate es la guardiana de las llaves del inframundo.

Hécate es una diosa ctonica preolímpica, entendiendo por ctonico  “todo aquello que viene de la tierra o es de la tierra”. Las deidades ctonicas o telúricas son aquellas que habitan el inframundo en oposición a otras deidades celestes.

No existe registro que asegure de donde vino la Señora de la Medianoche, como también se le conoce, pero su existencia se confirma a través de la historia apareciendo en diversos mitos, poemas y hasta en los Papiros Mágicos Griegos. Su lugar de mayor culto estaba ubicado en Lagina, Turquía aunque también fue muy adorada en la Península de los Balcanes (Turquía, Grecia, Bulgaria) y su día festivo es el 13 de Agosto.

En las religiones paganas es considerada una diosa de la Hechicería y la Magia Ceremonial, pero sobretodo en la Wicca es considerada una de sus principales fuentes evocadoras siendo invocada por grandes brujas, magos y nicromantes en diversos rituales de Alta Magia. Es también la diosa de la Luna Negra, periodo vacío y transmutador entre la luna menguante y la luna creciente.  Es la madre de todos los encantamientos y hechiceras, es la Madre Terrible que actúa desde las profundidades de la psique (según Jung).

La figura de Hécate siguió estando asociada a la brujería mucho después de la desaparición de la Grecia Clásica y el Imperio Romano y es por eso que el cristianismo rodeó la figura de Hécate de un aura maléfica y connotaciones negativas, a menudo asociándola al diablo.[1]

Origenes

Hesíodo la presenta como hija de Asteria y Perses, descendiente directa de la generación de la los Titanes e independiente del panteón Olímpico.

Zeus reconoce sus poderes y sus antiguos privilegios. Extendía su benevolencia a todos los hombres concediendo los favores que se le piden en todos los ámbitos (prosperidad material, don de la elocuencia, victoria en las batallas y juegos, etc.) pues su poder es inmenso.

Con el tiempo, la anterior Hécate se difumina y aparece una Hécate oscura e inquietante vinculada al mundo de las sombras. A diferencia de Artemisa, que representaba la luz lunar y el esplendor de la noche, Hécate representaba su oscuridad y sus terrores.

Se creía que, en las noches sin luna, ella vagaba por la tierra con una jauría de perros fantasmales y aulladores que precedían su aparición. Ella enviaba a los humanos los terrores nocturnos, apariciones de fantasmas y espectros como Empusa, que comía carne humana, tenía un pie de bronce, presentaba toda clase de formas y se aparecía especialmente a niños y mujeres para asustarlos.[2]

Consortes y descendencia

Como muchas antiguas diosas madre o de la tierra, Hécate permaneció sin casarse y no tuvo consorte habitual, diciéndose a menudo que se reproducía por partenogénesis.

Se consideraba que todos los grandes magos y hechiceros mitológicos eran descendientes suyos, especialmente los hermanos Circe y Eetes, hijos suyos y, por tanto, abuela de Medea.

Por otra parte, es la madre de muchos monstruos, como Escila, que representaba los aspectos pavorosos de la naturaleza que producían miedo y sobrecogimiento.[3]

Fuentes