Wiki El Bestiario
Advertisement
400D6B05-E9EB-405E-A328-5B699ABD09E4
Caleuche-n5j786qi4hu0ydait9wqbcwk1e7m6imncecahwpn4o

El nombre de “Caleuche”, es muy discutido en su origen; voy a inclinarme por la derivación caleutun=cambiar de condición y che=gente, posiblemente elegido, para referirse a los cambios de muertos a vivos, de afligidos a dichosos o a las muchas transformaciones que puede experimentar el barco, etc. El Caleuche es el buque fantasma que recorre los mares y aparece, con relativa frecuencia, en los canales chilotes. Navega tanto en la superficie, como en las profundidades; pero jamás lo hace a plena luz del día. En las noches tranquilas, suele aparecer entre la niebla, mostrando las características de un gran buque velero. Profusa iluminación multicolor de brillo extraordinario, realza su presencia. A la distancia, es posible apreciar en su cubierta, bullanguera agitación y desde su interior vienen armoniosos acordes de flautas, cuernos, pitos y tambores y de muchos instrumentos desconocidos. Con la misma velocidad que hizo su aparición, desaparece borrado por la espesa niebla, que fluye abundante desde sus costados y que al desvanecerse, casi instantáneamente, no deja huella alguna de la impresionante visión. Cuando es perseguido por curiosos, malintencionados, suele transformarse en una escurridiza foca o en un gran tronco de árbol, especialmente de ciprés, que navega entre dos aguas o que se recuesta en las tibias arenas de la playa. La tripulación del Caleuche, está integrada por dos clases de navegantes: unos son los brujos, que llegan desde tierra montados sobre el lomo de un “Caballo Marino”. Los otros, son los náufragos, cuyos cadáveres trajo abordo la Pincoya y que al instante mismo de poner pie en cubierta, retornan a la vida; pero ahora, a una vida nueva de felicidad eterna. Estos dichosos marineros, a pesar de pertenecer al más allá, obtienen permiso de sus jefes una vez al año, para hacer breves visitas a sus familiares, que lloran su muerte; llevándoles consuelo y aún ayuda económica. Aunque, en algunas ocasiones, sus visitas se ven frustradas y no vuelven a repetirlas jamás; esto suele ocurrir a los difuntos maridos, que regresan a calmar las angustias de las inconsolables viudas que dejaron tan solas; pero que se encuentran muy dichosas, en los brazos de otros hombres. Cada cierto tiempo, la tripulación del Caleuche, sale a tierra a divertirse, en casa de gente amiga o de algún individuo, a quien se le ha impuesto la obligación de festejarlos, con sus propios recursos, como castigo, por haber cometido un acto calificado por ellos delictuoso. Es lo que le ocurrió a un tal José Huala, habitante de la localidad de Coñab, quien en una oportunidad, usó explosivos para pescar en el mar; por este hecho, debió festejar hasta el fin de sus días a los navegantes del Caleuche. Estos enormes gastos extraordinarios, ocasionaron al infortunado Huala, gran pobreza. Una vez terminada la fiesta terrestre, siempre abundante en libaciones y comidas y antes del amanecer, regresan los alegres caluchanos, a su barco invisible y elevan anclas, produciendo sonoro ruido de cadenas, que siempre es oído por varios vecinos, quienes saben que provienen del “Buque de Arte”, que acostumbra a fondear, frente a la casa de Fulano y a esta amistad o enemistad, se debe la prosperidad o la miseria económica del vecino en cuestión. El Caleuche tiene como misión muy especial, recorrer todos los mares y es natural, que no escape a los mandatos del Millalobo, dueño y señor de ellos. El objetivo de estos viajes, consiste en conocer el estado en que se encuentran los seres que en ellos habitan; marcar los animales de nueva generación y protegerlos en su desarrollo. Que esta inspección es severa, se refleja en el caso ocurrido a Pancho Calhuante, de la aldea de Matao: una noche, mientras se encontraba pescando en las cercanías de un roquerío, divisó a una loba que amamantaba a su pequeñuelo; se acercó sigiloso y con un remo, golpeó brutalmente a ambos, dando muerte al lobezco, que llevó a su casa para aprovechar el aceite. Frente a la puerta d esa casa y a cierta distancia en el mar, la loba lloraba la pérdida de su hijo. Al cuarto día de transcurridos los hechos anotados, tres hombres vestidos de marinos, que dijeron pertenecer a la dotación del Caleuche, se presentaron, de improviso, en la casa de Calhuante, para manifestarle que la muerte que ocasionó al lobezno, la pagaría con la muerte de su hijo mayor, el que efectivamente falleció a los pocos días. Durante su recorrido por los mares, el Caleuche suele ayudar a las naves amigas a sortear las tempestades, conduciéndolas presuroso a puertos seguros, o remolcándolas a velocidades, que según los relatores, no admiten otra explicación. Esta interesante y compleja leyenda, cuyo origen podemos tal vez encontrar en los fenómenos de espejismo, etc., se presta a múltiples interpretaciones y desde diversos ángulos. Voy a comentar brevemente, sólo aquello que se relaciona con los náufragos. Las garantías de que gozan los náufragos recogidos por el Caleuche, podrían corresponder a ciertas formas de estímulo, para los hombres de mar, con el objeto que pierdan el temor innato a sus aguas profundas y traidoras. La venida, desde el más allá, una vez al año de los que creíamos muertos y desaparecidos, trayendo consuelo y riquezas, podríamos relacionarla con los fenómenos de fecundación de animales y plantas y la recolección anual de sus frutos. Todos los pueblos, tienen en sus creencias míticas, un lugar destinado a llegar, más allá de la muerte; probablemente como un gran consuelo al temor de desaparecer para siempre. Es de imaginar que los pueblos marineros y entre ellos los chilotes, hayan deseado la cubierta de un barco, el sitio ideal, para perpetuar su vida más allá de la muerte. El cielo de los cristianos, el nirvana de los budistas, el algo sagrado de los egipcios, etc., tendrían, por tanto, su equivalente en el Caleuche. La vida que aparentemente desaparece con la muerte, siempre retorna; a una inferior, con los despojos materiales a una vida mejor y superior, con los esfuerzos logrados por la mente y que la muerte no puede destruir.

Advertisement